domingo, 21 de febrero de 2010

Un fin

-Courtney, sería mejor que me vuelva con mi hermana y mi prima.- explicó Leonor a su amiga cuando cayó en la cuenta de que Cameron nunca se enfada sin motivo.
-Oh, vamos Leo, no seas tan estrecha tu también. Ha sido divertido, ¿verdad?
-¿Divertido? ¿Te ha gustado el beso?
-¿Es qué a ti no?- le preguntó Courtney como si fuese lo obvio.
-Estás loca, tía. Me voy ya. Nos vemos en casa de Candie Queen, ¿de acuerdo?- dijo Leonor mientras se levantaba y de reojo vio la cara sorprendida y enfurruñada de su amiga.- vamos Court, no seas niña. He dejado a mi hermana pequeña y a mi prima irse solas. Tengo que acompañarlas.
-No digas tonterías Leonor, tu hermanita y tu prima andan solas por Manhattan desde los catorce.
-Olvídame.- le contestó echándose a reír.- Nos vemos luego, acuérdate del plan, llama a Víctor.
-Como quieras, ¡no llegues tarde!

Leonor Saint Bonnet salió por la puerta con las bolsas de la compra y muy mareada, “debí de comer algo, maldita seas, Courtney” pensó . Dobló la esquina de la calle y comenzó a buscar su coche. "Espera… ¿dónde está el coche Leonor? ¿Dónde lo pusiste? Vaya ciego tengo… ¿Y si vuelvo a casa de Court? ¡Pero yo volví en mi coche maldita sea! Espera… Georgia y Cameron si tuvieron que ir de alguna manera… ¡ZORRAS! Se han llevado mi coche, ya verá cuando llegue, se van a enterar esos dos de quien es Leonor Saint Bonnet. Tendré que…"

Algo la distrajo de su conflicto mental. Alguien la seguía. Aceleró el paso y giró la primera esquina que vio. Un hombre, era un hombre alto y fuerte por el volumen de su cuerpo, o quizás solo era gordo, y estaba rapado. Leonor pensó que seguramente solo eran tonterías suyas, al fin y al cabo se había tomado una pastilla a escondidas de su hermana. "Vale, tranquila. Voy a girar por la Robbel Street y bajaré las escaleras de madera, luego volveré dando la vuelta a la manzana y subiré de nuevo por las escaleras." Tal y como lo decidió, aceleró un poco más el paso y se metió por la calle Robbel y los tacones de las botas rojas recién adquiridas de Christian Dior resonaron en la madera de la escalera. Volvió a girar otra esquina que había a su derecha , cuando llegó al final de la calle se giró para comprobar el paradero de aquel extraño hombre: "Uff… menos mal, ya no está. Debo estar quedándome loca, la droga es mala…." Cuando comenzó a aminorar el ritmo de sus pasos como un paseo normal y tranquilo, y siguió caminando para volver a Robbel Street, escuchó un estornudo a su espalda.
De inmediato se volvió para comprobar que aquel estornudo estruendoso era del repulsivo hombre que aún la seguía desde su posición intentando, sin éxito ninguno, ser discreto. Leonor automáticamente echó a correr sin pensárselo y dejó atrás las escaleras de inmediato, sin saber ni donde se encontraba y a donde se iba a dirigir, solo pensaba en correr, correr, correr.
¿Pero qué narices querrá ese degenerado? La respuesta le llegó de inmediato al pensar en “degenerado” . Decidió correr más rápido pero las botas no se lo permitían. Por suerte había entrenado muchísimo para la carrera de tacones del instituto David Clarence y no le costaba tanto, como sí le sería para una chica que andaba con tacones normales. Leonor, como tantas otras chicas del instituto, había participado varios años en los campeonatos del instituto. Había sido idea de ella cuando entró el primer año como estudiante: una carrera en tacones. También era para los chicos por supuesto, pero casi ninguno lo hacía. ¡Cuántos salieron del armario después de un campeonato de los tacones! Además Leonor había ganado los dos últimos años, pues había entrenado muchísimo. Gracias a su peculiar propósito, eso le permitió correr con mayor agilidad pero el hombre que la seguía no se daba por vencido y aceleró a su vez la carrera. "¡Vamos, Leonor, tienes que correr! Tenía que haberme quedado en casa de Courtney, ¡joder! Me va a alcanzar… lo sé… todo se acabará para mí."

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