viernes, 16 de abril de 2010

Una estancia extrañamente cómoda.

Leonor conducía tensa, no tardaría en entrar en crisis. Se dejó convencer por Oliver de descansar en la gasolinera más próxima y dejarle a él al mando del volante.

Tardó casi una hora en encontrar una gasolinera en las afueras de la ciudad, pero una vez, segura en el asiento del copiloto, se dejó invadir por las imágenes aterradoras de las últimas horas. Se había puesto hasta arriba con la alocada de Courtney y había dejado a su hermana y a su prima ir solas. ¿Cómo había hecho aquella estupidez?

Debía llamarlas en cuánto se tranquilizara. Hablando de llamarlas… ¡La fiesta de Candie Queen! Allí estaban toda la élite de Manhattan incluyendo a Cameron y Georgia. ¡Mierda, Georgia! Habían planeado la reconquista del David Clarence para la familia. Destruir la reputación de Prudent Berti, ese era el plan. Y ella les había abandonado incluso antes de comenzar.

-Ol… Oliver.- titubeó.- Debemos volver. Me están esperando. Es urgente.

-¿De qué hablas, Leo? No puedes ir a ningún lado en estos momentos.- replicó el chico refunfuñado.

-Pero… Había quedado. En la fiesta de Candie.

-¿Candie Queen?

Asintió.

-Vamos, Leonor. Acabas de presenciar algo que ninguna chica debería vivir. Un psicópata y degenerado te ha atacado en un callejón.- dijo Oliver. Respiró hondamente y prosiguió con voz más calmada.- Aún estoy esperando que te entre el ataque.

Leonor giró la cabeza para mirar a su novio. Era un chico muy guapo e inteligente. Quería estudiar medicina y al parecer iba por el buen camino. Su pelo castaño contrastaba con su piel morena, de estar siempre en la playa cogiendo olas, y sus ojos azules eran muy tiernos cuando la miraban. Su primer amor.

-Pues eso no va a pasar.- se defendió. Sintió como el coche aflojaba la marcha hasta acabar parada en un arcén.- ¿Dónde estamos?

Escuchó que Oliver se desabrochaba el cinturón tras poner el freno de mano. Lo miró y vio que él también la observaba. Con una tímida sonrisa dijo:

-¿Recuerdas a mi viejo amigo Paul?

-Paul es tu mejor amigo de la infancia, ¿no?- contestó la chica algo confusa. Su novio asintió con la cabeza.- Nunca le conocí.

-Es un buen chico. Muy parecido a mí. Esta es la casa de su abuela. Ahora mismo está en Europa, así que… podríamos quedarnos aquí unos días.

-¿Cómo unos días?

-¿Vacaciones?

-Cariño tengo clases. Además mi prima Georgia tiene problemas. Habíamos quedado esta noche.

-¿Qué le pasa?

-Jugarretas de adolescentes. Pero es mi prima y la voy a ayudar.- le explicó con fiereza.

-Como quieras, volveremos. Pero no esta noche, mañana hablaremos.- indicó Oliver saliendo del coche. Leonor lo imitó y también salió corriendo para reunirse con él.
Lo siguió hasta una gran cancela blanca. Captó como Oliver recogía una larga rama de un escondite entre la fachada y el suelo. Acto seguido, su novio se acercó a la cancela e introdujo la rama por un lateral. Chist. Abierta.

Rió de las acciones de su novio y lo siguió casa adentro.

-Veo que estás familiarizado con esto.- comentó Leonor viendo a Oliver entrar por la puerta en plena oscuridad sin tropezar. Encendió la luz tranquilamente y luego caminó hasta el salón.

-Bueno, conozco a Paul y Eric Corbirock desde que éramos niños. He venido aquí unos cientos de veces.

-¿Y cómo que te cuelas tranquilamente en casa de los abuelos? Es una locura.

-No tanto, cariño.- le contestó agarrándola de la mano y tirándola hacia él. Ambos cayeron en el cómodo sofá blanco.- Verás, tanto Paul como Eric lo utilizan para sus fiestas y picardías. Esta casa no conocerá nada nuevo.

-¿Y no les da vergüenza?

-Oh vamos, cielo. No seas aguafiestas.

-¿Quién es Eric?

-Eric es el hermano pequeño de Paul. Acaba de cumplir dieciocho. Podría presentárselo a tu hermana.

-No, gracias. No hace falta presentar a más canallas. No son difíciles de encontrar.- replicó la chica incorporándose para sentarse en el sofá debidamente.

-Oye, Leo. Son buenos chicos. ¡Apenas los conoces! Nosotros no somos santos. Y dudo que tus adoradas lo sean.

-Pues sí. Lo son. Y voy a llamarlas ahora mismo.

-De acuerdo, pero no tardes.- Leonor se levantó del sofá y cogió el móvil del bolso al estilo indio. Cuando se dirigía a un rincón para hablar tranquilamente escuchó como Oliver encendía la televisión y subía el volumen muy alto.

Salió a un largo pasillo. Se decidió investigar. Marcando el número de Cameron, se adentró en la oscuridad de aquel pasillo misterioso. Había muchas puertas cerradas. Abrió una.

-¿Leo?

-Hola cariño.- respondió Leonor al escuchar la voz de su hermana al otro lado de la línea.

-¿Dónde narices estas?- preguntó Cameron enfadada.- Georgina y yo estamos preocupadas, ¿sabes?

-Lo siento, Camy. Tuve problemas con un tipo al salir de casa de Court.

-¿Cómo? ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- comprendió que su hermana comenzaba a ponerse histérica y escuchó la voz aterrada de su prima preguntando qué pasaba.

-No os preocupes, Camy. Estoy bien. Ahora estoy con Oliver.- Abrió otra puerta. Un cuarto de baño. Entró en el, sentándose en el váter y escrutándose en el antiguo espejo.

-¿Dónde estáis?

-Hemos salido a Doyle. Estamos en casa de un amigo suyo. Estoy bien, de verdad. Lo siento por no haberos ayudado con lo de Prudent. Hoy era la noche en la que tenía que hablar con Alsalcia Jones. Lo sé. Pero no os preocupéis, mañana quedaré con ella y lo hablaremos. Discúlpame con Georgia.

-¿Doyle? Bueno, está bien. ¿Le digo algo a mamá?

-Sí.- pensó la chica.- Dile que me quedé con Oliver.

-Vale, Leo. Ten cuidado por favor, y llámame.

-Lo haré.

Cuando colgó el teléfono reparo en un bonito bote de sales verdes. Los tomó y volvió al salón donde permanecía Oliver completamente desnudo y repantingado de cualquier forma en el sofá.

Rió de la desventura de aquel apuestísimo chico y se acercó a él lentamente enseñándole el bote de sales de su mano.

-¿Un baño?








-No hay de qué preocuparse, Georgia.- explicó mi prima.- Está con Oliver en Doyle.
-¿En Doyle?

-Parece ser. No preguntes. Por lo visto tuvieron problemas con un tipo al salir de casa de Courtney.

-¿Y por qué Courtney no nos lo ha dicho?

-Quizás no sabía nada.- contestó mi prima con un leve suspiro.-Bueno chica, ya está. Ahora vamos a divertirnos.

-¿Ha dicho algo sobre el plan?- pregunté entrecerrando los ojos.

-Ups, es cierto. Dijo que mañana mismo hablaría con Alsalcia y lo organizaría todo.- contestó mientras me toqueteaba los pelos. Asentí con la cabeza y salimos del baño del cuarto de invitados. Volvimos donde nos esperaba la curiosa Britania para saber más.


Al llegar, comprobamos que había más gente en el jardín de lo que creíamos en un principio. Casi todos rodeaban a Britania y unas chicas que la acompañaban.
-Genial, Britany y sus súbditas- dijo Cameron sin mirarme. La miré extrañada. No conocía a ninguna de aquellas chicas, pero al parecer Cameron sí que las conocía.

-¿Quiénes son?

-El terror del David Clarence.